Por Emmanuel Sicre, SJ
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padres e hijos serán capaces de perdonarse y amarse mutuamente más allá de las
heridas,
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en las familias dejaremos los rencores con los que el mal espíritu nos amordaza
la memoria y abandonaremos el orgullo de creernos demasiado importantes,
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asumiremos nuestra pequeñez y nos dejaremos querer y cuidar por los demás sin
tanto miedo a ser dañados,
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saldremos de nosotros mismos hacia el más débil entregándonos por su bien
aunque él no comprenda,
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en el mundo miles de hombres se arrepentirán de sus injusticias, y en las
ciudades y el campo habrá lugar para todos,
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seremos capaces de hacerle espacio a la ternura y dejaremos de lado la violencia
con la que se nos quiebra la fraternidad,
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trabajaremos luchando día a día por ser fecundos con nuestros dones para no privatizarlos
y ponerlos al servicio de todos,
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festejaremos y cantaremos la vida que se nos regala en cada amanecer,
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nos abajaremos como hizo Dios para dejarnos salvar de nuestro propio autoengaño
mezquino y egoísta,
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discerniremos el espíritu del bien y no nos quedaremos esclavos de las normas
que nos oprimen, ni de las ideologías que nos intoxican, ni de los rencores
enquistados,
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estudiaremos con amor cómo hacer el bien,
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dejaremos que el Señor resucitado le diga a los que no lo merecen: “La paz con
ustedes” (Lc 24, 36),
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sufriremos con paciencia a los que más nos cuestan porque habremos reconocido
que muchos nos han soportado en silencio en nuestras fragilidades,
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compartiremos el dolor de quien padece y estaremos a la mano para socorrerlo,
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nos tomaremos unos minutos de silencio para darnos cuenta cómo Dios nos cuida
en los gestos más simples de amor y justicia,
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nos haremos disponibles para hacer como Cristo hizo: amar los suyos hasta el
extremo. (Jn 13, 1)
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nos animaremos a que en nuestras entrañas florezca la paz ya encarnada en el
rostro de Jesucristo que llevamos dentro.
Entonces,
será un tiempo de justicia verdadera porque cada uno habrá ocupado su lugar de
criatura en esta casa que es de todos.
¿La pedimos?
¿La pedimos?
mil gracias Emmanuel, encontraremos lugares donde encontrarnos. Un abrazo!
ResponderEliminarQuerido Uriel, así sea!!! Un abrazo grande desde tu tierra! Emmanuel
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