sábado, 26 de mayo de 2018

IMAGÍNATE SER DIOS EN UN MUNDO ROTO


por Emmanuel Sicre, sj




Los absurdos de este mundo que vivimos nos dejan más de una vez mudos, secos, tristes y sin saber qué hacer. Muchas veces la desolación visita los bordes de nuestro corazón y la duda nos vuelve escépticos ante la negligencia de nuestra propia libertad. ¡Y Dios que parece que no se da cuenta de lo que vivimos! ¿Por qué no hace algo?, nos preguntamos en silencio. Ante este sentimiento de contrariedad, quizá podamos imaginarnos como siendo Dios y encontrar en su modo de ser, sentir y actuar, un criterio para considerarnos a nosotros mismos, a los demás y al mundo entero como Dios lo hace. Echa a volar tu imaginación y comienza a orar… 

Imagínate ser Dios y donarte al ser humano comunicándole tu amor, tu paz y tu justicia sin restricción alguna.

Imagínate ser Dios y después de haber creado la armonía entregársela al ser humano como regalo a su libertad.

Imagínate ser Dios y aceptar totalmente al ser humano en su paradoja, sin reservas ni reparos porque es tu amigo preferido, y hacerlo con el mayor de los gustos.

Imagínate ser Dios y amar hasta el final a cada ser humano en su identidad única e irrepetible porque sí.

Imagínate ser Dios y aceptar que pueda despreciarte, incluso matarte, y seguir amándolo con la fuerza de tu amor.

Imagínate ser Dios y ser fiel al corazón del ser humano y ayudarle cuando no ve, ni oye, ni gusta, ni sabe, ni piensa, ni olfatea por dónde va la Vida verdadera.

Imagínate ser Dios y trabajar para insistirle al ser humano para que crezca, se deje amar y ofrecerle sin cansarte la redención, la Vida abundante que busca tantas veces.

Imagínate ser Dios y acercarte al ser humano cada vez que se siente vacío, solo, desamparado y darle tu calor de Familia.

Imagínate ser Dios y querer reconciliarlo con tu creación, consigo mismo, con los demás y contigo.

Imagínate ser Dios y estar deseoso de perdonarlo gratuitamente cada vez que reconoce sus errores.

Imagínate ser Dios y querer con todas tus fuerzas que ceda al impulso de fraternidad que le puebla la sangre para que forme una gran familia con todos los ser humanos.

Imagínate ser Dios y amar cuando el ser humano ama, luchar cuando lucha, sufrir cuando sufre, responder cuando busca, callar cuando calla.

Imagínate ser Dios y entregarte por entero sin la necesidad de esperar nada a cambio.
Imagínate ser Dios e insuflar en el ser humano Vida, esperanza y consuelo.

Imagínate ser Dios y ser un hombre: Cristo.

Imagínate ser Dios y verás cómo Él mismo está habitándote para hacerte cada vez más, con la fuerza del Espíritu, a imagen y semejanza de su Hijo.