domingo, 5 de diciembre de 2021

DE LA SAGRADA FAMILIA CON UN PRE-ADOLESCENTE

Discurso a los egresados de primaria 2021 

Queridos chicos, queridas familias, querido equipo directivo, educadores, comunidad toda… 



Jesús tenía la edad de ustedes, chicos, se perdió en un viaje con su familia. Recuerdan que él había ido en caravana con sus padres y parientes a Jerusalén para la Pascua y cuando todos vuelven, él se queda sin que sus padres se den cuenta, haciéndolos angustiar porque no lo encontraban. Ellos regresan desesperados a buscarlo y lo encuentran después de 3 días. 3 días!!! ¿Se imaginan los familiares aquí presentes si nos pasara algo de esto?


Siempre me he preguntado qué le habrá pasado a Jesús por la cabeza para tomar esa decisión tan curiosa sin medir las consecuencias. ¿En qué habrá estado pensando mientras se quedó escuchando a los doctores de la Ley cuando enseñaban la catequesis como para no sentirse extrañado sin estar con sus padres? Porque por muy buen alumno que sea, no conozco muchas personas que hayan dejado que toda su familia se fuera para quedarse aprendiendo algo por tres días en el Templo. Y eso que no había play, ni fortnite, ni Instagram, ni Tik Tok, ni nada de esas cosas que usamos ahora como para quedar hipnotizado frente a las pantallas habiendo perdido toda noción del tiempo. Algo le pasaba a Jesús que vive esta situación totalmente nueva para él a sus doce años. 


Y aquí es cuando pienso en ustedes, chicos. Sí, ustedes también vienen viviendo cosas nuevas en este momento de sus vidas: las transformaciones físicas de su cuerpo, la complejidad de algunos sentimientos encontrados como la tristeza de no saber qué me pasa, las exploraciones de nuevos mundos con su imaginación y sus pensamientos, el ir dejando la etapa de la inocencia de hace unos años atrás y sentir que ya no son ni niños ni grandes, las nuevas formas de relacionarse con algunas amistades, los enojos desproporcionados, la sensación de querer estar solo buscando su propio espacio de intimidad, las grandes peleas con los amigos o los familiares, las preguntas difíciles sin muchas respuestas, el darse cuenta de algunos riesgos que los llenan de temores, el deseo de ser más libres de los adultos pero al mismo tiempo la necesidad de ser cuidados, el cuestionarlo casi todo… un poco como Jesús en este episodio. 


Al parecer, Jesús se siente atraído profundamente por lo que escucha de los maestros de la Ley que hablan de las cosas de Dios y descubre que ahí hay algo que le habla de él, de sus intereses más profundos, de su propia identidad. Así como ustedes, Jesús se está dando cuenta de que le pasan cosas nuevas en este momento de su vida, a los 12 años. 


Sin embargo, una cosa es que él se haya quedado asombrado por las cosas de Dios en el Templo y otra que sus padres lo anden buscando desesperados. Los invito a ver ahora a la familia de un Jesús entrando en la pre-adolescencia. 


Sus padres, acostumbrados a un niño obediente, es cierto, algo fuera de la media, pero ciertamente un niño lo que se dice normal, nunca se esperaron que saliera con algo así. Ellos hicieron lo de siempre, caminaron en caravana como cada año para Pascua, iban los primos, los tíos, la parentela y los vecinos, qué podría ser distinto si venimos haciendo lo mismo de todos los años, habrán pensado. Hasta que se dan cuenta de que el niño -que ya no es un niño- no está con ellos. Toman conciencia de que aquello que les era natural que estuviese como adherido a ellos se ha desgajado. ¿Les suena esta sensación papás, mamás? 


Entonces comienzan el camino de descubrir dónde es que se les perdió el niño volviendo sus pasos hacia atrás. Y cuando llegan y lo ven ahí entre los maestros de la Ley preguntando y respondiendo con tanta inteligencia, se les amontonaron en la garganta todas las angustias y se dan cuenta de que Jesús ya no es un niño, ni el bebé dócil e inocente que hace todo lo que le dicen. Se han convertido en padres de un preadolescente, como ustedes, queridos papá y mamá. 


Como es natural, la madre le pregunta al niño, no a los maestros, mientras el padre asiente con silencio compañero, por qué había hecho eso sabiendo que los había angustiado tanto, como diciéndole que no ha pensado en ellos siendo que ellos piensan todo el tiempo en él. Medio como que suponen que Jesús por haberse quedado dejó de pensar en ellos, es un reclamo de amor, pero que desconoce lo que piensa el otro, da por supuesto que ellos sí piensan en él, pero Jesús, no. María y José están desorientados. 


Hasta aquí el paralelismo en algunas situaciones de nuestra vida y la de la Sagrada familia van coincidiendo, ¿no es cierto? Y eso que en el relato no dicen nada de los abuelos de Jesús, Joaquín y Ana, que también habrán tenido su cuota de ayuda en la crianza. Aprovechemos para darles un aplauso a los abuelos, a las abuelas presentes que tanto hacen por nosotros. 


Sigamos. Por ahora, la perplejidad de los adultos era algo lógico por el esfuerzo que suponía darse cuenta de que Jesús ha aparecido bien, sano y salvo, después de 3 días… hasta que llega la respuesta desconcertante del pequeño en el breve diálogo que tiene con sus padres y la sorpresa es mayor aún. 


A la pregunta de su madre de por qué les había hecho esto, Jesús lanza una respuesta inesperada, muy poco improvisada y de un hombre que ya va sabiendo lo que quiere. En el mismo tono de sus padres les devuelve la pregunta casi desafiándolos a dejar de pensar en su angustia y que piensen en que él también tiene cosas de las que ocuparse que son propias de su identidad de Hijo de Dios. “¿No saben que me tengo que ocupar de las cosas de mi Padre?” y “¿Por qué me buscaban?”, les dice. 


El evangelio de Lucas relata que sus padres, María y José, no entendieron lo que les dijo su hijo. Como nos pasa a nosotros, queridos adultos. Tantas veces nos quedamos sin entender los intereses, las palabras, las búsquedas de los chicos que para ellos son importantes, fundamentales, serias. Sepan, chicos, que los adultos aprendemos con ustedes a acompañarlos. Los padres de Jesús en este episodio tan conflictivo de sus vidas empiezan a transitar el paso que va de criar un hijo a acompañar un hijo. Cada quien tiene sus tiempos y sus ritmos, pero lo cierto es que hay un momento en la vida en que la autonomía de los chicos reclama su lugar en medio de una turbulencia de emociones intensificada por un contexto cada vez más vertiginoso y esto nos da temor. En este sentido, ojalá, durante la toda la primaria hayan podido crecer para la secundaria que los espera con los brazos abiertos para seguir dando pasos de mayor conciencia de sí mismos y así orientar sus vidas a la sabiduría y el servicio, tal como Jesús. 


¿Cómo termina el episodio de la Sagrada Familia en Jerusalén? Jesús vuelve con sus padres y sigue sujeto a ellos. Esto significa que la autonomía no supuso que hizo lo que se le dio la gana y se olvidó de su familia, sino que fue un episodio que les ayudó a todos a reorganizar los vínculos familiares de una forma acorde al paso del tiempo. Fue un reacomodo. 


Chicos, dejen que sus familias los acompañen y ayúdenles a que sepan qué necesitan para crecer sanos y seguros, y evitando riesgos inútiles, con diálogo y paciencia. 


Familias y educadores, sigamos confiando en que Dios nos orienta para ayudarlos en sus búsquedas que muchas veces no serán las nuestras, pero aquí está el desafío de amar, aceptar al otro como es con ternura y transparencia. 


María que guardaba todas las cosas en su corazón nos enseñe a todos a saber que el Dios de la historia siempre nos acompaña en nuestros crecimientos. Queridos chicos, buenas vacaciones y buen camino hacia la secundaria. 


¡Muchas gracias! 


P. Emmanuel Sicre, SJ

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