miércoles, 10 de marzo de 2021

16 CAMINOS HACIA DIOS

 por Emmanuel Sicre, SJ

 
 
1. CAMINO HACIA DIOS: “Lo imposible”
 ¿Por qué no hemos podido lograr la paz en la Tierra? ¿Por qué buscamos muchas veces la felicidad donde finalmente no está? ¿Qué tipo de fragilidad es la nuestra que cuando deseamos hacer lo imposible experimentamos el límite, la frustración? ¿No será que cuando aceptamos que no podemos darnos a nosotros mismos la vida, el amor, la paz, la impotencia nos señala un camino distinto? Así es. Comenzamos a percibir a Dios en su secreto trabajo tras las bambalinas de la existencia. Entonces, se da con mayor claridad que lo imposible para nosotros es posible para Dios. Y no al modo nuestro, sino al suyo que siempre es creativo, hondo, nuevo. Sólo quienes se animen a cosas imposibles, podrán entrar por la puerta del misterio que sostiene nuestras vidas.   
 
2. CAMINO HACIA DIOS: “Las ventanas”
 Muchas veces cuando me encuentro con alguien de manera despejada alcanzo a percibir su ventana interior. Un espacio con ángulos de abertura móviles como librados a la intensidad del viento. Y si me quedo allí, al son de la escucha atenta de su historia, de sus frases, de sus gestos, logro vislumbrar que el buen Dios me saluda haciendo una breve reverencia desde adentro. Dependiendo de las palabras que compartimos y el amor con que son dichas, la ventana se abre más o se entorna.
Debo confesar que, más de una vez, esa ventana del otro ha estado tan abierta que Dios ha salido de allí y me ha acariciado el rostro. Sólo el silencio es testigo de que entonces mi propia ventana se abrió de par en par para abrazar y aceptar las ventanas que somos cada uno con su historia a cuestas.
 
3. CAMINO HACIA DIOS: “La basura”  
 Tan propensos a tirar rápidamente lo que no ya no sirve, lo que estorba, lo descartable, lo desactualizado, convertimos en basura lo que no siempre lo es. La magnitud de los residuos humanos ha alcanzado dimensiones desorbitantes. Y así nos vamos acostumbrando a poblar el mundo de basureros, las calles de exclusiones, la mente de “bienes” de consumo y el corazón de liviandad. Algún día nos sorprenderemos basureando algo valioso no sólo del mundo, sino también de la propia interioridad. Desecharemos la piedra angular.
Quizá la basura pueda hablarnos de aquello que no se consume, ni desaparece, ni caduca tan precipitadamente y de la cual sobreviven muchos pobres dejados a la buena de Dios. La cuestión: aprender a discernir mejor qué desechar y qué conservar para que lo descartado sólo sea lo que no nos lleva a amar lo que Dios ama, y a descubrirlo convertido en el humus del que brotan las flores color justicia.  
 
 
4. CAMINO HACIA DIOS: "Los creyentes"
Cada creyente se parece mucho al dios al cual le ‘reza’. De hecho, a dios-juez, creyente-juez. A dios-castigador, creyente-castigador. A dios-permisivo, creyente laxo. A dios-Ley, creyente legislador. A dios-mágico, creyente iluso. A dios-templo, creyente de sacristía. A dios-sacerdote, creyente clericalista. A dios-sacrificio, creyente negociante. A dios-obsesivo sexual, creyente reprimido. A dios-culposo, creyente culpógeno. A dios-triste, creyente de cara larga. ¡Qué panteón Dios mío!
Pero qué distinto es un creyente alegre, fecundo, audaz, servidor, orante, amigos de los pobres y humildes, libre de estructuras asfixiantes y cuestionador de la sociedad en favor del bien común. Qué lindo es conocer a un creyente amante de conocer más a su Dios, que no condena los errores ajenos porque reconoce su propia debilidad, que no juzga como dueño de la verdad, sino que se declara buscador de ella como todos, capaz de sufrir con el que sufre y gozar desinteresadamente con quien goza, comprometido a amar a todos sin distinción, dispuesto a entregar vida por lo que cree y experimenta en el corazón propio y de su comunidad. ¿Te suena en qué Dios cree alguien así? Sí, el Dios de Jesús.
 
5. CAMINO HACIA DIOS: "Los ateos"
Pocas veces aprendo tanto sobre lo que creo como cuando me encuentro honestamente con quien no comparte mi fe. Es una hermosa oportunidad de redescubrir lo que vivo, el modo de expresarlo y de sentirlo. Dialogar con quien no pareciera haber recibido el don de la fe, pero se hace las preguntas fecundas de toda vida sincera, me conmueve al punto de reconocer que no pude hacer nada para creer en esto que me sostiene y me da vida. No hay méritos.
Quien cree que no cree en Dios -al menos en el de Jesús a quien intento seguir- me obliga, desde su propia experiencia de búsqueda, a conectarme con ese misterio olvidando supuestos. ¿Será en ese encuentro de buscadores donde Dios nos busca y termina por encontrarnos? 
 
6. CAMINO HACIA DIOS: "Las heridas"
Las heridas son puertas entreabiertas al misterio de la vida. Allí donde el dolor abre la carne hay gritos de parto que advierten el deseo de vivir. Cada herida se torna, entonces, el anuncio de una reparación, el deseo de un alivio, la esperanza de una cicatriz. Las heridas de una cruz que Dios no da, sino que ayuda silencioso a cargar, nos revelan el ardiente anhelo de una pascua que nos murmure al oído que las lágrimas limpian los ojos para ver mejor el sentido de nuestra historia magullada.
Cuando las heridas son de muerte, cuando lo que es deja de ser, comienza la nueva vida, esa que verdea en los bordes de la herida y nos regala la esperanza de que posible siempre reescribir la propia historia con el lápiz de Dios.
 
7. CAMINO HACIA DIOS: "Contemplar"
La contemplación del evangelio de Jesús busca ponernos en la escena, meternos allí como uno más del relato porque en ese estar allí con la imaginación es que el Espíritu de Dios hace su trabajo de salvación de nuestra vida. Leer y dejarse llevar…
¿Quién que no contemple a Jesús curando no le quedan curadas también un poco sus heridas? ¿Quién que no contemple el nacimiento de Jesús no queda restablecido al menos en la ternura para consigo y los demás? ¿Quién que no contemple a Jesús anunciando el Reino no queda seducido por su propuesta de paz, amor y justicia universal? ¿Quién que no contemple a Jesús muriendo en cruz no llora con todos los que sufren sus propios sufrimientos? ¿Quién que no contempla al resucitado en su oficio de consolar no queda consolado en lo más profundo de su ser?
Así trabaja la contemplación. En la medida en que nos animamos a abandonar el control sobre la oración, el Espíritu, ayudado por nuestra libertad de entrega a la imaginación, hace su trabajo de cristificación, de hacernos otros Cristos. 
 
8. CAMINO HACIA DIOS: "La seducción"
 Técnica tan antigua como el hombre –por eso también de Dios-, la seducción ha sido reconocida en el mundo espiritual desde siempre. Y es que busca explicar por qué el corazón se inclina a unas cosas y a otras resignando el control y dejándose llevar. Puede que no siempre hacia el bien, he aquí el desafío de discernir cuáles sí y cuáles no.
 Las seducciones de Dios son aquellas que se dan en los desiertos de nuestra vida. En los momentos donde nuestro espíritu se halla solitario y preguntón. En la soledad de nuestro monasterio interior, muchas veces, somos atraídos al recogimiento, al amor gratuito, al silencio cadencioso, a la ternura contemplativa. Allí acunamos nuestros “dialoguitos” con Dios y depositamos nuestros esfuerzos y debilidades. Allí recibimos la fortaleza.  
 Pero también, lejos del embrujo y el hechizo, el Dios de Jesús cautiva al inquietarnos con lo real. Como buen amante, nos inspira en el alma las preguntas que sirven de motor para vivir abiertos al misterio de su presencia en donde menos lo imaginamos. Por eso, somos paradójicamente seducidos tanto a gozar la vida como a entregarla, a vivir como a morir por los demás, a enriquecernos siendo pobres y a esperar detrás de cada cruz una resurrección.
 
 9. CAMINO HACIA DIOS: "Quienes dejaron la fe"
 Las opciones que vemos nos envían mensajes. Muchas veces no sabemos las causas profundas de las decisiones de los demás, sin embargo, nos hacen preguntarnos por las nuestras. He aquí donde quienes abandonaron la fe en Dios, o en Jesús, o en la Iglesia, pueden estar dándonos una dirección para pensar. Reubicados en nuestra propia experiencia, en lo que vamos creyendo y en lo que los demás nos reflejan comienza a emerger dentro un contrapunto: ¿y tú? ¿qué?
Estamos, entonces, ante la posibilidad de indagar sobre nuestra fe. ¿Cómo hacerlo? En soledad, pero acompañada, con hondura pero sin obsesiones, responsables pero sin tragedia, anhelantes pero sin desesperación, en el “aquí y el ahora” de nuestra vida pero con memoria y deseo, con ciencia pero con paciencia de sabios ignorantes, volviendo a los orígenes pero sin nostalgias esclavizantes. Es decir, soportando la tensión que toda realidad compleja merece, evitando los portazos que nos cierran o los cachetazos que nos aíslan. Y aquello que osadamente llamamos Dios se encargará de darnos una respuesta generosa y vital.
  
10. CAMINO HACIA DIOS: "La poesía"
 Las palabras son manifestación del ser humano. Ellas lo dicen, lo cantan, lo expresan, lo soportan, lo fecundan, lo abren, lo crean, lo alimentan, lo relacionan… Cuando esas palabras logran una organización tal, aparece señalado con nitidez el misterio de lo que somos. Se hace visible a nuestros propios ojos el sentido inabarcable. Se oye el fondo de la partitura que nos sostiene entrelazados en esta humanidad terrible y hermosa. Se huele el aroma del tiempo que nos modela. Se toca la llaga que nos avisa el estar vivos.
Pero cuando podemos saborear las palabras y degustar sus matices, emerge la sabiduría que conduce a la fuente de toda posibilidad de existir. La gran poesía se hace carne y nos hace visibles a Dios entre todas las creaturas. De allí toda bendición, toda alabanza, toda expresión de asombro humano ante un Dios mezclado entre nosotros.
 
 11. CAMINO HACIA DIOS: "Lo de abajo"
 Nos acostumbramos a direccionar la vista al cielo cuando buscamos a Dios. Casi todas las tradiciones religiosas, así como un son antropológico, ven en lo alto, en lo inalcanzable, en lo “más allá”, el destello de lo divino. Tantas noches mirando los astros para comunicarnos con el misterio que nos sostiene. Tanto sol que nombra a Dios.
Sin embargo, el Dios de Jesús deja las alturas y baja. Abandona lo abstracto y se concreta. Olvida la sacralidad proyectada e instaura una que, por más humana, más divina de contacto con el amor. Resulta que en Cristo lo sensible se vuelve olfato de sabidurías. Vista aguda de lo oculto que da a luz. Gusto a mesa compartida entre pares. Oído para el grito de quienes, en su debilidad, buscan fortaleza. Tacto de una carne que se vuelve a Dios y nos lleva con él.
 
12. CAMINO HACIA DIOS: "Estar con Él"
 Estar así con Dios desde lo que soy
Tratar de suspender el pensamiento
y dejarlo atado al ingenioso invento
del calendario cuando dice “hoy”.
 
En la quietud plena de ese momento
acoger las huellas de la memoria
que poco a poco dibujan la historia
de lo que se ha grabado con el tiempo.
 
Y no tocar ni diagramar a dónde voy
sino deseando estar a solas donde estoy
Como sin reloj, así, sin movimiento.
 
Y cuando la hora justa haya llegado
Abrazar lo vivido con el amado
Dando paso sincero a lo que siento.
 
13. CAMINO HACIA DIOS: "la privación" 
En la mayoría de las culturas religiosas existen momentos purgativos, de limpieza, de lavaje de aquello que es percibido como suciedad interior, como residual y que debe ser arrojado fuera. De ahí que surjan diversos rituales de purificación que ayudan a renovar los canales de encuentro con la divinidad entendida como luz, pureza, energía positiva, libertad. Y así conseguir la paz interior. 
En el cristianismo el camino de la privación, del ayuno, de la abstinencia suman un elemento realmente enriquecedor. No nos privamos de algo para quedar más limpios y estar en paz solamente, no ayunamos para engrosar nuestra capacidad de resistir, no hacemos abstinencia para demostrar el poder de nuestra voluntad. Sería narcisista. Todo esto lo hacemos para encontrarnos con Cristo en los demás, en especial, con aquellos que hacen ayuno, abstinencia y son privados del alimento diario a causa de la injusticia. De esta manera, libres de lo accesorio y disponibles al sentido profundo, entramos en contacto con el otro desde la humanidad compartida y bendecida por Dios en el despojo de sabernos llamados a una existencia digna que debe llegar a ser percibida por todos sin excepción. 
 
14. CAMINO HACIA DIOS: "El odio"
 Nos estamos acostumbrando a ver el odio como un espectáculo más. Las mediaciones digitales y las manipulaciones ideológicas de turno nos van desvinculando de las verdaderas consecuencias del odio sobre las personas. Se nos va generando una sensibilidad profiláctica, aséptica y disminuida en su capacidad de vivir lo del otro con el otro. Vamos desconociendo la carne de quien sufre por el odio, y nos queda sólo su relato más o menos trágico. Tomamos distancia de los odiados. 
¿Será que pensamos que allí donde hay odio no puede estar lo de Dios? Pero lo cierto es que sí está. ¿Dónde? Padeciéndolo. Ese es el misterio de Cristo: un hombre sin maldad que absorbió en su carne la maldad de quienes lo odiaban para liberarlos de ese cáncer mortal y devolverles con su presencia la certeza de que la salud es posible. Es más, sólo hay que desearla.
 
 15. CAMINO HACIA DIOS: "La música"
 Dios se parece mucho a la música. Es Misterio que reúne los elementos dispersos de nuestra vida creando armonías siempre nuevas. Es Voz que susurra su bondad en el oído del ser humano al punto de dejarlo con ganas de bailar ante su presencia, como David.
Dios se asemeja a la música cuando, al estar con él, el tiempo parece suspendido y, sin embargo, en paralelo, se está tejiendo el ritmo de la historia personal. Esa historia que no puede encontrar sentido si no es en el cadencioso compás del Gran Compositor de melodías. Con esa melodía es que nuestra pequeñez se hace parte del lenguaje común en el que están todos los sonidos que hubo y habrá en el universo entero.
Por eso, es necesario encontrar el tono único con el que damos en la propia armonía en medio de la Creación y dejar que el espíritu de Dios nos impulse a interpretar esa canción que nos hace vibrar en la misma sintonía: ser imagen suya.  
 
16. CAMINO HACIA DIOS: "El desborde" 
Cuando una acción nuestra transforma algo de la realidad de los demás en su favor, dotándolos de un sentido aún mayor del que preveíamos, caemos en la cuenta de un misterioso desborde.
¿Qué es ese plus de sentido que percibimos como un caer en la cuenta de que hay algo más allá de nosotros mismos? ¿Cómo es que la manifestación de este “más” se hace tan clara a los sentidos compartidos por otros y nos llena de alegría? ¿Qué sostiene nuestro compromiso por continuar haciendo aquello que nos llena de un sentido no provocado, sino donado, regalado gratuitamente y sobreabundante? Nos estamos preguntando por el bien inmerecido, desproporcionado, que recibimos de lo que vivimos con pasión.  
Así, cuando el hombre vio que se le da algo mucho más grande de lo que él dio con su accionar, y reconoce que nunca podría pagarlo o devolverlo por sus propios medios; y que, asimismo, desea con todo su ser seguir acrecentado esta experiencia que lo plenifica y lo abre a los demás con su trabajo; se transforma y se encuentra con la revelación gratuita, personal, impredecible, inaplazable, e inolvidable del Dios de Jesús.


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2 comentarios:

  1. Otro camino a Dios puede ser de quien creía pero no se puede encontrar con Dios. A veces nos pasa que hemos experimentado a Jesús de forma tan pasional hasta el punto de ser el Norte de nuestra vida, pero luego de un tiempo y por diversos motivos el encuentro personal se va tornando frío y distante. Empezamos a cer en un nihilismo "agudo" porque no nos damos cuenta del sin sentido que comienza a reinar en nuestros corazones: la misa queda en un conjunto de ritos, el evangelio pierde dinamismo, JESUS SE CONVIERTE EN UN PERSONAJE. Sin embargo, nuestras en nuestras decisiones siguen pesando los legados de ese encuentro con Jesús o la moral cristiana, pero el sin sentido persiste. Ahí nos convertimos en buscadores, buscadores de esa "personaje" que es persona, redescubrirlo como persona es la clave para llegar a lo alto. Quizas la clave de descubrirlo como persona es verlo como persona en nuestros hermanos. Es un camino dificil porque no se rompe el sin sentido de golpe, es un proceso y ser conscientes de eso permite buscarlo con persistencia. En esa persistencia se puede ir tejiendo una red de relaciones de amor y misericordia que nos lleve al encuentro.

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