Emmanuel Sicre, SJ
Cada año de vida que se va trae uno nuevo, pero algunas veces queda la
sensación de que no alcanzamos a agradecer tanto de lo vivido. O de tener la
posibilidad de exprimir el jugo de muchas situaciones del año y que representan
un valor significativo para la vida. Alguno podrá decir que no fue un año
significativo, otro que resultó el más importante de su vida hasta entonces. Lo
cierto es que siempre hay cosas para agradecer o encontrarles el sentido.
Cumpleaños, eventos, sucesos, logros, festejos, despedidas, viajes, encuentros,
partida de seres amados, llegada de nuevos miembros a la familia, nuevas
relaciones, crisis, estudios, éxitos laborales, crecimientos, decisiones,
fracasos, en fin, una lista interminable de situaciones habitaron nuestro
calendario y merece la pena detenerse en algún momento para considerarlas.
Es posible preguntarse por qué hacer un balance. ¿Qué sentido reviste no hacer
una reconsideración de lo vivido a la ligera y tomarse un tiempo para ver más
allá? ¿Qué hay de tan importante en hacer estado de cuentas con la vida? ¿Acaso
revivir con la memoria algunos hechos no resulta un poco doloroso, o poco deseable
en algunos casos? O quizá haya situaciones que se fueron muy rápido y no
alcanzamos a atesorarlas en el corazón. Como sea, es imprescindible hacer balances y agradecer todo, incluso aquello que
no logramos comprender ahora. Esta tarea se encumbra como una de las más importantes
de nuestra vida por varias razones.
- Porque nos ayuda a ejercitar la
memoria que es el "músculo" más atacado por nuestra cultura. Los
que pierden la memoria viven quejándose de todo y malhumorados, amargados con
la vida porque creen que todo se les debe y nada se les pide. La tecnología y
las redes sociales viajan a una velocidad indescriptible y logran entretenernos
de tal modo que lo que fue importante en su momento, al poco tiempo resulte tan
lejano y distante que hasta pareciera que nada tiene que ver con nosotros. Así nuestra capacidad de memoria se
fragmenta hasta desaparecer. Por eso ejercitarse en recordar lo vivido en
el año puede ser un buen camino para la felicidad.
- Porque volver sobre lo vivido trae un
nuevo sentido a las cosas y nos permite descubrir muchos porqués a lo que
nos pasa. El gran secreto del sentido espiritual de una vida es que logra
concatenar todo y darle razón de ser, incluso a aquellas cosas que en su
momento parecían absurdas. Esta es la dimensión espiritual de toda persona,
aquello que los "animalizados" les cuesta lograr y entonces todo se
evalúa en términos materialistas y contables.
- Porque quien no se da cuenta de lo que
ha recibido nunca podrá saber aquello que es capaz de dar. Aquí hay un
punto clave para la existencia humana. Si no estamos preparados para recibir no
pensemos que podremos ofrecer algo de nosotros mismos. Aquello de lo que nos
nutrimos nos configura, nos hace ser lo que somos. Es
importante descubrir qué hemos recibido este año para entrar en sintonía con
aquello que le fuimos entregando a los que nos rodean con el desgranarse de los
días. Y aquí resultan los agradecimientos más profundos y los pedidos de perdón
que restablecen la vida y los vínculos.
Es
posible que sea muy bonito decir que hace falta hacer un balance del año pero
hacerlo ya no resulta tan fácil.
Primero,
porque muchas veces nos convertimos en “faltalistas” y comenzamos por todas las
cosas negativas, lo que no hice, lo que me faltó, lo que no logré.
Y
segundo, porque nos podemos poner algo puntillosos o gruesos y, o queremos
abarcarlo todo y nos terminamos dispersando o hacemos algo así nomás dejando
pasar lo que en verdad importa.
Una
técnica que puede ayudar es aquella de la lista de contactos. Repasar alguna de
nuestras múltiples listas de contactos de las redes sociales o del celular. Ir
persona por persona y volver a mirar el vínculo que me une con ella y qué
significó en este año. Volcarse sobre cada una de las personas que habitaron mi
año me puede dar una perspectiva de revisión del año nueva, humana, cercana a
la realidad y vital. ¿Qué si no personas
son las que me cruzo a diario en los distintos lugares donde me muevo? ¿Qué
mejor que poder ponerle rostro a las miles de situaciones que este año le
dieron un toque a mi vida? ¡Qué lindo saber que con el paso de los años hay
personas que aún siguen allí sosteniéndonos! ¡Qué impresionante es darse cuenta
de todo lo que significan nuestros vínculos para vivir más felices! ¡Qué mejor
que elegir con qué quedarse de este año que se nos va y dejar atrás los
rencores, las envidias, los momentos negativos y darle paso a la esperanza que
trae un nuevo comienzo! Y entonces mirar al cielo y celebrar.
Es una maravillosa reflexión para ponerla en práctica, fácil? no, pero sí necesaria...gracias P. Emma por estar presente en los momentos q más lo necesiamos.Feliz Año Nuevo!!
ResponderEliminarGraacias Marta, felicidades!!!
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