Por Emmanuel Sicre, SJ
Bosman |
¿Qué te mueve, Señor, a esperarnos tanto? ¿Qué es esa paciencia?
¿Qué buscas en nosotros aún cuando te rechazamos?
¿Cómo haces posible el perdón cuando el mal duele tanto?
¿Cómo es posible que ames a todos, absolutamente a todos, sin pedirles nada?
¿Cómo te las arreglas para corregirnos de esa manera tan eficaz, silenciosa y bella que nos hace tirar la piedra con la que condenamos a los demás?
¿Cómo sabes, Señor, que el llanto sobre lo que no podrá ser sino aceptado, es sanante bálsamo para desamarrarnos?
¿De dónde esa astucia con la que. transformas los recuerdos más dolorosos en memoria fecunda y sabia?
¿Por qué insistes hasta morir y resucitar para liberarnos de lo que no podemos soportar solos?
¿Qué necesidad tenías de construir y cruzar el puente y reconciliarnos contigo?
¿Por qué te empecinas en sanar nuestras heridas y besar nuestras cicatrices? ¿Qué encuentras allí?
Eres demasiado perdonador para mi gusto algunas veces, pero no encuentro forma más hermosa de ser Dios que buscándote/nos incesantemente hasta encontrarnos y hacernos uno contigo en el amor.
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