por Emmanuel Sicre, sj
Los absurdos de este mundo que vivimos nos dejan más de
una vez mudos, secos, tristes y sin saber qué hacer. Muchas veces la desolación
visita los bordes de nuestro corazón y la duda nos vuelve escépticos ante la
negligencia de nuestra propia libertad. ¡Y Dios que parece que no se da cuenta
de lo que vivimos! ¿Por qué no hace algo?, nos preguntamos en silencio. Ante
este sentimiento de contrariedad, quizá podamos imaginarnos como siendo Dios y
encontrar en su modo de ser, sentir y actuar, un criterio para considerarnos a
nosotros mismos, a los demás y al mundo entero como Dios lo hace. Echa a volar
tu imaginación y comienza a orar…
Imagínate ser Dios y donarte al ser humano comunicándole
tu amor, tu paz y tu justicia sin restricción alguna.
Imagínate ser Dios y después de haber creado la armonía
entregársela al ser humano como regalo a su libertad.
Imagínate ser Dios y aceptar totalmente al ser humano en su paradoja,
sin reservas ni reparos porque es tu amigo preferido, y hacerlo con el mayor de
los gustos.
Imagínate ser
Dios y amar hasta el final a cada ser
humano en su identidad única e irrepetible porque sí.
Imagínate ser Dios y aceptar que pueda despreciarte, incluso matarte, y
seguir amándolo con la fuerza de tu amor.
Imagínate ser Dios y ser fiel al corazón del ser humano y ayudarle cuando
no ve, ni oye, ni gusta, ni sabe, ni piensa, ni olfatea por dónde va la Vida
verdadera.
Imagínate ser Dios y trabajar para insistirle al ser humano para que
crezca, se deje amar y ofrecerle sin cansarte la redención, la Vida abundante
que busca tantas veces.
Imagínate ser
Dios y acercarte al ser humano cada vez que se siente vacío, solo, desamparado
y darle tu calor de Familia.
Imagínate ser
Dios y querer reconciliarlo con
tu creación, consigo mismo, con los demás y contigo.
Imagínate ser
Dios y estar deseoso de perdonarlo
gratuitamente cada vez que reconoce sus errores.
Imagínate ser
Dios y querer con todas tus fuerzas que
ceda al impulso de fraternidad que le puebla la sangre para que forme una gran
familia con todos los ser humanos.
Imagínate ser Dios y amar cuando el ser humano ama, luchar cuando
lucha, sufrir cuando sufre, responder cuando busca, callar cuando calla.
Imagínate ser Dios y entregarte por entero sin la necesidad de esperar
nada a cambio.
Imagínate ser Dios e
insuflar en el ser humano Vida, esperanza y consuelo.
Imagínate ser Dios y
ser un hombre: Cristo.
Imagínate ser Dios y
verás cómo Él mismo está habitándote para hacerte cada vez más, con la fuerza
del Espíritu, a imagen y semejanza de su Hijo.
Guau! Pavada de ejercicio de imaginación... frente a esa imagen, qué claro es el contraste de nuestros límites, pequeñez y mezquindad...
ResponderEliminarMuy incitante la propuesta. Gracias!
Gracias Edgardo, abrazo!
EliminarSi me imagino ser Dios en toda esa situación me duele tanto egoismo humano
ResponderEliminarNo puedo imaginarlo, me estorba la razón, mis limites para amar.Lo que este ejercicio me hace reflexionar cuanto Dios me ama . Gracias
ResponderEliminarzarpada reflexion! gracias por dejarte habitar por Dios para escribir esto!
ResponderEliminar¡Realmente Hermosos!
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir